DETOXIFICACIÓN HEPÁTICA CON PRODUCTOS NATURALES

El hígado es un órgano vital en el cuerpo humano debido al papel básico que desempeña en el metabolismo. Está implicado en muchas reacciones bioquímicas, incluyendo la detoxificación hepática, el metabolismo de hidratos de carbono, lípidos y proteínas y actúa de reservorio de vitaminas liposolubles (K, A, D, E), glucógeno y oligoelementos como el hierro y el cobre. Por otro lado, presenta funciones inmunomoduladoras y se encarga de la formación y la secreción de la bilis, sustancia necesaria para digerir las grasas y apoyar la digestión. De entre todas las funciones, la detoxificación hepática es una de las más importantes y su finalidad es prevenir la hepatotoxicidad que puede ser producida por varios tipos de agentes perjudiciales. En función de su origen podemos distinguir dos tipos de toxinas: las toxinas exógenas o xenobióticos, los cuales se encuentran en el agua, la comida, el aire, etc. como por ejemplo las dioxinas o los metales pesados y por otro lado tenemos las toxinas endógenas como pueden ser el ácido úrico, exceso de estrógenos o subproductos derivados de la inflamación, estrés oxidativo, etc.

 

El primer paso en la detoxificación hepática es el filtrado de la sangre. El hígado capta los tóxicos de la sangre y los retiene, para procesarlos posteriormente (a través de la destrucción enzimática) y eliminarlos (a través de la excreción biliar). Se estima que el hígado filtra alrededor de 1,5 litros de sangre por minuto, por lo que resulta ser un filtro muy eficaz.

Las sustancias tóxicas deben convertirse en productos hidrosolubles para ser eliminadas del organismo. Esta biotransformación la realizan ciertas enzimas que se clasifican en dos grandes grupos, según participen en reacciones enzimáticas de fase I o de fase II.

 

La fase I consiste en la transformación de los productos tóxicos en moléculas bioactivas que serán nuevamente transformados en la fase II. Al conjunto de enzimas que intervienen en la fase I se les conoce con el nombre de Citocromo P450. Durante esta fase se producen reacciones de oxidación, reducción e hidrólisis dando lugar a la formación de radicales libres. Es importante destacar que la fase I no neutraliza el tóxico, sino que lo vuelven más activo y peligroso por lo que debe ser metabolizado rápidamente en la fase II donde a través de diferentes reacciones (glucuronidación, acetilación, glucosidación, sulfatación, metilación, etc.) son convertidos en productos menos tóxicos, más solubles y más fácilmente eliminables por orina, heces o sudor.

 

Para una correcta detoxificación hepática es muy importante asegurarse que las reacciones de la fase I y fase II funcionan en sincronía y que ninguna de ellas esté bloqueada. Cuando una persona tiene por ejemplo la fase I muy activa y la fase II muy lenta se genera estrés oxidativo y se producen compuestos carcinógenos dando lugar a una situación muy problemática que hay que resolver. Para ayudar a equilibrar las velocidades de las fases I y II, se puede pautar una dieta determinada, rica en inhibidores de la fase I e inductores de la fase II. En este artículo mostraremos qué extractos de plantas y nutrientes son recomendables para apoyar la eliminación de toxinas a través de la destrucción enzimática.

 

La última fase de la detoxificación hepática es la excreción biliar. Una vez procesadas las toxinas enzimáticamente, se expulsan a través de la bilis, y de ahí pasan al intestino o a la vesícula biliar. Este proceso se puede optimizar con sustancias coleréticas (activan la producción de bilis) y colagogas (estimular el vaciamiento de la vesícula biliar).

 

El exceso de alcohol, el consumo crónico de medicamentos y la obesidad son una de las causas más frecuentes de sufrir problemas de hígado. Llevar un estilo de vida saludable cuidando la alimentación y potenciando el ejercicio físico nos ayudará a reducir el nivel de tóxicos en nuestro organismo. No obstante, existen muchos nutrientes y extractos de plantas con propiedades hepatoprotectoras y depurativas que podemos aportar a través de la suplementación, siendo esta alternativa una vía complementaria y natural para la prevención de enfermedades hepáticas.

 

Alcachofa (Cynara scolymus)

 

Ayuda a la desintoxicación y a mantener el flujo de jugo digestivo, manteniendo el hígado sano y contribuyendo al bienestar intestinal. Algunos ensayos sugieren que estimula la regeneración de los hepatocitos. Sus hojas son ricas en ácidos fenólicos, como la cinarina y los flavonoides, los cuales poseen propiedades antioxidantes y hepatoprotectoras. Estos principios activos protegen de la peroxidación lipídica neutralizando los radicales libres y aumentando la actividad de la enzima glutatión peroxidasa. Además, favorecen la reparación del material genético dañado en los hepatocitos y tienen acción colerética, lo que favorece la secreción biliar y la eliminación de toxinas.

 

El Rábano Negro

 

El rábano negro es una planta herbácea anual o bianual, de 10 a 30 cm de altura. Probablemente, es originario de la cuenca mediterránea y de Asia Occidental, Los principios activos azufrados de la raíz la convierten en la principal planta de la desintoxicación hepática, útil para disminuir los efectos secundarios de una comida rica en grasa o de la toma prolongada de medicamentos (tratamientos hormonales, antidepresivos…).

El rábano negro también presenta actividades mucolíticas y antisépticas. Por ello, se recomienda en el tratamiento de las afecciones bronquiales benignas, como la tos productiva o la prevención de la sinusitis.

Está especialmente indicado para la desintoxicación hepática, estreñimiento de origen hepatobiliar y tras la toma prolongada de medicamentos (tratamientos hormonales, anticonceptivos, etc.), y su asociación en la alcachofa hace que se multipliquen sus beneficios.

 

Desmodium

 

El Desmodium adscendens protege la función hepática y renal gracias a sus propiedades antioxidantes, depurativas, antiinflamatorias y antialérgicas. Sus compuestos activos (alcaloides, flavonoides, saponinas y antocianinas) se encuentran fundamentalmente en las hojas y los tallos de esta planta. Es conocido por su alto poder desintoxicante, apoya la función hepática y protege al hígado de lesiones causadas por el consumo crónico de fármacos, reparando las células hepáticas y favoreciendo unos niveles normales de transaminasas.

 

Una de las cualidades del Desmodium, es que protege el tejido hepático, que actúa normalizando los brotes inflamatorios frente a la aparición de cuadros degenerativos (como la cirrosis), y su efecto para bajar las transaminasas es muy rápido, de ocho a diez días, pero conviene prolongar su toma durante veinte o treinta días, con periodos de descanso de diez días más o menos. En estos intervalos de descanso pueden tomarse otras plantas con propiedades hepatoprotectoras, como la alcachofa, cardo mariano, boldo, diente de león, entre otras.

 

Diente de león (Taraxacum officinale)

 

El diente de León es una planta depurativa que contribuye a mejorar las funciones del tracto intestinal y estabiliza el pH del estómago. Presenta un efecto diurético y colerético, estimulando la producción de bilis y de orina por lo que evita en gran medida la aparición de piedras en el riñón y cálculos biliares. Diversos estudios demuestran su actividad hepatoprotectora, antiinflamatoria y antioxidante. Además, el diente de león es rico en vitaminas A y C, hierro, calcio y potasio.

 

La inulina es un prebiótico derivado de la fructosa que proporciona a nuestra microbiota los nutrientes esenciales, especialmente fibra soluble, para promover una buena salud digestiva. Además, presenta excelentes propiedades antioxidantes, siendo capaz de reducir el estrés oxidativo que se genera cuando se sintetiza la molécula bioactivada en la fase I de detoxificación enzimática.

 

Cardo mariano (Silybum marianum)

 

Su componente, la silimarina, tiene efecto antifibrótico, antioxidante y antiinflamatorio y se ha empleado comúnmente como agente protector en enfermedades hepáticas graves como la cirrosis hepática, la hepatitis viral aguda y enfermedades hepáticas inducidas por toxinas. Por un lado, la silimarina actúa inhibiendo la fase I y activando la fase II, específicamente en la conjugación con glutatión. Por otro lado, su alto poder antioxidante le permite combatir la acción de los radicales libres e inhibir la peroxidación lipídica. Además, contribuye a la protección del hígado y a su potencial desintoxicante al actuar como agente bloqueante en la unión de las toxinas a los receptores de membrana de los hepatocitos. Al mismo tiempo, el cardo mariano ejerce acción moduladora del sistema inmune y podría limitar los procesos inflamatorios relacionados con las infecciones virales. Asimismo, favorece la digestión y la purificación del cuerpo debido a sus propiedades coleréticas y colagogas.

 

Schisandra chinensis

 

Esta planta es conocida por la acción depurativa que ejerce en el hígado. Además de ser rica en antioxidantes (vitamina C y E) y fitosteroles, el fruto de la Schisandra chinensis contiene unos metabolitos secundarios muy interesantes llamada lignanos, siendo el más importante la schizandrina. Varios estudios demuestran su potencial como antiinflamatorio, antioxidante y antiapoptótico. Los lignanos proporcionan hepatoprotección en caso de hepatitis crónica, cirrosis hepática y toxicidad causada por un consumo excesivo de alcohol, por lo que se ha empleado comúnmente para regenerar tejidos dañados y detoxificar el organismo.

 

Cordiceps sinensis

 

Se trata de un hongo tibetano con propiedades hepatoprotectoras y su contribución a la función hepática es conocida durante siglos por la medicina ayurvédica. Estudios con Cordyceps demuestran sus beneficios en el tratamiento de la fibrosis hepática, así como agente preventivo de la hipertensión causada en la vena porta que comunica con el hígado, la cual es una complicación común derivada de la cirrosis. Presenta propiedades antifibróticas y protege a las células del daño hepático. Se ha demostrado su capacidad de frenar la fibrosis tisular, disminuyendo la inflamación y retardando así el desarrollo de una posible cirrosis. Además, dadas sus propiedades parece ser que podría ser empleado como coadyuvante en el tratamiento de la hepatitis B.

 

Colina

 

La colina es un nutriente esencial de alto requerimiento para las enzimas que participan en la fase I de la detoxificación enzimática. Actúa como dador de grupos metilo y protege de la desnaturalización de proteínas en pacientes con homocistinuria. Por otro lado, parece que dietas deficitarias en colina favorecen el riesgo de desarrollar la enfermedad de hígado graso no alcohólica. Es un trastorno común del hígado, especialmente en personas que padecen de obesidad.

 

Selenio

 

El selenio actúa como precursor del glutatión y presenta un papel de gran relevancia en el control del estrés oxidativo debido a su alto poder antioxidante. Activa la fase II de destrucción enzimática ya que actúa como cofactor en la reacción de conjugación con glutatión. El selenio se integra en proteínas ligado normalmente al aminoácido cisteína. Existen varias selenoproteínas (enzimas) que participan en reacciones redox (oxidación-reducción) siendo la glutatión peroxidasa-4 (GPx-4) una de las más relevantes ya que participa en la reducción del glutatión oxidado resultante de la detoxificación de hidroperóxidos presentes en los fosfolípidos de membrana. Recientes estudios investigan su potencial terapéutico en los casos de hígado graso no alcohólico.

 

En resumen, todos los ingredientes anteriores estimulan de una forma u otra la detoxificación hepática, reducen el estrés oxidativo y la inflamación del hígado, además de mejorar el metabolismo hepático. Consumirlos puede ser una medida de prevención que beneficia a todo nuestro organismo. En Laboratorios Nale hemos desarrollado varios productos para tratar de proteger el hígado, desintoxicándolo y cuidándolo, como por ejemplo HEPATOX FORTE o PROTEK H NALE.